Hay cosas en la vida que son tan cotidianas que no percibimos como milagros y en realidad lo son, an un poco agobiada con la pasta, se me ha contagiado el ambiente de pesimismo que reina por estos lares, esto hace que no sea todo lo alegre y optimista que suelo ser, pero a pesar de todo , ayer llegué pronto al curso , y me tomé un café , me encanta tomar café, es algo tan cotidiano y a la vez tan especial, no sé de donde me vendrá,...en la cafetería había dos negritos que no paraban de mirarme, hacia una tarde de esas para pasear y respirar hondo, cuando subí a la sala estaban las cortinas echadas, pero detrás se empezaba a ver la puesta de sol, que preciosidad, se veía medio Madrid, y el sol se ponia para todos , era un espectaculo, nadie hacía caso, pero deberiamos de habernos puesto de pie y rezar una oración , en ese momento, nunca dejaré de asombrarme ante una puesta de sol, ...el profe vino puntual y la clase fué estupenda, como no, al salir me encontré con una antigua amiga, y fuimos a tomar algo a una taberna andaluza, de camino a casa y yá de noche la luna salió para nosotros, grande redonda. El corazón me duele un poquito menos, y pienso que tengo que distraerme y hacer las cosas que haciá antes, andar de qui para allá y no quedarme en el barrio, la rutina me entristece.
"Morir de amor , despacio y en silencio sin saber si todo lo que he dado te llegó a tiempo"
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